Explora los tesoros ocultos del Valle de Aosta

Descubre los lugares ocultos y fascinantes del Valle de Aosta

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¿Cuál es tu idea de viaje en el Valle de Aosta?

Cuando viajo al Valle de Aosta me gusta alternar los senderos de montaña con el descubrimiento de lugares menos evidentes, que a menudo se encuentran a pocos pasos de los centros habitados o a lo largo de caminos que parecen de paso. En este itinerario he tocado etapas muy diferentes entre sí: un castillo rodeado de viñedos, una mina ya silenciosa, dos espacios religiosos que conservan el aliento de la antigüedad y de los orígenes cristianos, y algunas fortificaciones construidas para defender el valle.

¿Cuál fue la primera etapa de tu viaje?

La primera etapa fue en Aymavilles. El castillo aparece entre las vides, con sus torres que lo hacen inmediatamente reconocible. Decidí detenerme y entrar. Dentro se perciben las estratificaciones de las épocas: algunos ambientes nos llevan a la Edad Media, otros muestran influencias barrocas.

¿Qué sentiste al visitar el castillo?

Caminando por las salas tuve la impresión de hacer un salto entre siglos diferentes. Desde los ventanales la vista se abre sobre el valle, y uno se da cuenta de cuán estratégica era la posición. La visita no fue larga, pero me dejó la sensación de un lugar vivido y transformado con el tiempo.

¿A dónde te llevó el viaje después del castillo?

Después del castillo, subí hacia Ollomont. Aquí el ambiente cambia radicalmente: de las viñas se pasa al aire fresco de la montaña y, poco más arriba, a las minas. Entrar en las galerías fue una experiencia particular. La luz de las lámparas es la única guía en los pasillos excavados en la roca, y los sonidos parecen amortiguados.

¿Qué pensamientos te suscitó la visita a las minas?

Me imaginé a los mineros trabajando, con los gestos repetidos, la fatiga diaria, el ruido de los picos. Algunas marcas en los arcos y en las paredes recuerdan precisamente este pasado. Fue como descender a otro mundo, lejos de lo que se ve al aire libre.

¿Qué descubriste en la Basílica de San Lorenzo?

Regresando a Aosta, hice una parada en la basílica paleocristiana de San Lorenzo. La entrada lleva directamente a un área arqueológica que cuenta una ciudad mucho más antigua que la que se conoce hoy.

¿Cuál fue tu impresión sobre la basílica?

Caminando entre las ábsides y los restos de las naves, se percibe el vínculo con los primeros siglos del cristianismo. Intenté imaginar la vida de las comunidades que se reunían aquí, cuando Aosta era un centro de paso entre mundos diferentes. No es un lugar imponente, pero invita a detenerse y observar los detalles.

¿Qué te impactó de la cripta de Sant'Orso?

A poca distancia se encuentra el complejo de Sant'Orso. La parte que más me impactó fue la cripta. Se baja por unos pocos escalones y de inmediato la atmósfera cambia: las columnas bajas, la penumbra, las sombras sobre las piedras crean un sentido de recogimiento natural.

¿Cómo viviste el momento en la cripta?

No encontré multitudes de visitantes, y esto hizo que el momento fuera aún más intenso. La impresión fue la de un espacio custodiado, en el que el tiempo parece ralentizarse. Es uno de esos lugares que se recuerdan precisamente por el silencio que transmiten.

¿Cuál fue la última etapa de tu itinerario?

La última etapa fue en las fortificaciones de Plan Puitz. Aquí el paisaje vuelve a ser abierto, con la montaña dominando la vista. Caminando entre los restos de las estructuras militares, pensé en quienes las habían construido y utilizado.

¿Qué imaginaste al visitar las fortificaciones?

Algunos pasadizos dan a la valle, y el viento acompaña la visita casi para subrayar la soledad del lugar. Las piedras recuerdan una función defensiva, pero hoy queda sobre todo la posibilidad de imaginar la vida de quienes custodiaban esta frontera.

¿Cuál es el balance de este día en el Valle de Aosta?

Este día me permitió tocar aspectos muy diferentes del valle: desde las elegantes salas de un castillo hasta los pasillos excavados en la roca, desde los restos paleocristianos hasta la cripta subterránea, hasta las fortificaciones militares.

¿Qué aprendiste de este viaje?

Cada etapa tuvo su ritmo y su atmósfera. Fue una manera de conocer el Valle de Aosta desde perspectivas diferentes, sin alejarme demasiado de los centros habitados pero entrando cada vez en mundos con identidades precisas.

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