El paraíso del food porn
Un viaje entre las frisas y las delicias pugliesas en Bari, donde la comida es arte y tradición.

Bari, capital de Puglia, es una ciudad que conquista a través del estómago. Asomada al Adriático, esta perla del sur de Italia guarda una tradición culinaria que es puro food porn: fotogénica, auténtica e irresistiblemente deliciosa.
La cocina barese nace de ingredientes simples transformados en obras maestras de sabor. El aceite de oliva virgen extra es la base de todo, seguido de verduras frescas, pescado recién capturado y trigo de alta calidad.
Caminando por las calles del centro histórico, Bari Vecchia, es imposible resistirse a las tentaciones que se encuentran en cada esquina. Las señoras que preparan orecchiette frescas en las mesitas fuera de sus casas son una imagen icónica, inmortalizada en miles de fotos por los turistas.
Pero si hay un alimento que representa perfectamente el alma de la comida callejera barese, este es la frisa. Protagonista indiscutible de las mesas veraniegas, la frisa es un pequeño tesoro gastronómico por descubrir.
La frisa es un disco de pan de trigo duro o de cebada, cortado por la mitad horizontalmente y tostado en el horno. Su origen es antiquísimo y nace de la necesidad de conservar el pan por más tiempo, especialmente durante los viajes en el mar.
Lo que hace especial a este alimento aparentemente simple es el ritual que lo acompaña. Antes de ser degustada, la frisa debe ser "sponzata", es decir, sumergida brevemente en agua fría para ablandarla lo justo.
Los baresi son maestros en el aderezo de las frisas, y lo hacen siguiendo reglas no escritas transmitidas de generación en generación: la base clásica incluye tomates cherry cortados en cubitos, un generoso chorro de aceite de oliva virgen extra local, sal y orégano. Esta versión minimalista realza la calidad de los ingredientes y es la más tradicional.
Para una versión más rica, se añaden aceitunas negras, alcaparras y cebollas rojas de Acquaviva cortadas en rodajas muy finas. Los más golosos enriquecen las frisas con trozos de atún en aceite o anchoas saladas, para un toque de salinidad que combina perfectamente con la dulzura del tomate.
Una variante moderna incluye la burrata desmenuzada sobre la frisa ya aderezada, para un contraste de texturas inolvidable.
Las frisas se encuentran en todas partes en Bari, pero es el contexto lo que marca la diferencia: al atardecer, los baresi se reúnen en el paseo marítimo con una bolsa de frisas ya aderezadas, para disfrutar mirando al mar. Es un rito social perfecto para el final del día veraniego.
En los hornos históricos de la ciudad, como el Panificio Fiore en el barrio de Madonnella, las frisas se compran aún calientes, listas para llevar a casa y aderezar. En los quioscos de la ciudad vieja, las frisas se sirven como un bocadillo rápido, ya ablandadas y aderezadas al momento según los gustos del cliente.
Durante las excursiones en barco en el mar de Bari, las frisas son el almuerzo ideal: ligeras, refrescantes y perfectas para comer con las manos.
Pero Bari no es solo frisas. El panzerotto frito, relleno de tomate y mozzarella, es otro imprescindible de la comida callejera local. La vista de la masa hinchándose en el aceite hirviendo es puro food porn.
Las orecchiette con las cimas de rábanos representan, en cambio, la esencia de la cocina casera barese. Este plato simple pero de sabor intenso es el emblema de la capacidad pugliesa de transformar ingredientes humildes en obras maestras culinarias.
¿Y qué decir del arroz, patatas y mejillones? Un plato único horneado que une tierra y mar en un abrazo de sabores que cuenta el alma de esta ciudad de pescadores.
En Bari, la comida no es solo nutrición, sino narración, ritual y compartir. Una tradición gastronómica que conquista ojos y paladar, haciendo de cada comida una experiencia inolvidable, digna de las mejores tomas de food porn que puedas imaginar.